En el último golpe a la democracia en Myanmar, la última líder electa del país, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, fue sentenciada formalmente a prisión esta semana, solo 10 meses después de ser derrocada en un golpe militar.
Con esta acción, los militares están extendiendo su influencia autoritaria sobre el pueblo de Myanmar en un intento de controlarlo y silenciarlo. Si bien Aung San Suu Kyi era una figura polarizadora en los círculos democráticos antes del golpe, es la mejor oportunidad que tiene Myanmar de regresar a la democracia porque ha inspirado a una generación de jóvenes que mantienen vivo el sueño de la libertad.
Como campeón mundial de la democracia, Estados Unidos debe seguir defendiendo a Myanmar, que ahora más que nunca necesita el apoyo internacional. La administración y el Congreso de Biden deben aumentar la presión contra el gobierno militar y presionar para que se libere a Aung San Suu Kyis y se eliminen los cargos en su contra. Washington debería exigir que el régimen militar transfiera pacíficamente el poder a la Liga Nacional para la Democracia, que obtuvo otra victoria aplastante en las elecciones de 2020 en Myanmar antes del golpe.
Como figura líder de la democracia en Myanmar, Aung San Suu Kyi había sido detenida por el ejército desde el 1 de febrero, pero el veredicto de esta semana fue el primero en su contra desde el golpe. Inicialmente fue sentenciada a cuatro años de prisión, pero eso se redujo a la mitad a dos más tarde ese mismo día.
Los cargos incluían corrupción, violación de las restricciones por la pandemia de COVID-19 durante la campaña electoral de 2020, incitación, importación ilegal de bienes y violación de la Ley de Secretos Oficiales de la era colonial.
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Aung San Suu Kyi no fue una líder perfecta durante sus cinco años al frente del Estado: considere las atroces atrocidades contra los derechos humanos contra la población rohingya, dirigidas por el régimen militar pero permitidas por su gobierno. Pero ella realmente encendió e inspiró a una generación de jóvenes líderes a favor de la democracia que anhelan profunda y apasionadamente un Myanmar mejor.
En el Instituto George W. Bush, hemos tenido el privilegio de trabajar con casi 80 líderes diversos de Myanmar durante los últimos siete años como parte de nuestro programa Libertad y Liderazgo.
Hemos escuchado repetidamente que Aung San Suu Kyi fue un modelo a seguir para estos jóvenes activistas democráticos, al igual que influyó en las generaciones anteriores. Pasó 15 años en prisión en el transcurso de 21 años, pero aun así construyó una comunidad unificada de campeones de la democracia que llevó a Myanmar a sus primeras elecciones democráticas en 2015.
Las elecciones de 2015 y 2020 que llevaron a Aung San Suu Kyi y su partido, la NLD, al poder en el primer gobierno civil de Myanmar generaron esperanzas y sueños de un futuro mejor para Myanmar, que lamentablemente se ha visto desafiado por la toma militar.
Pero los avances de Myanmar durante la última década pueden ser la principal razón por la que el régimen militar opresor no ha logrado hacerse con el control total del país.
Miles de manifestantes antigolpistas han sido arrestados desde febrero y varios han sido asesinados. La libertad de expresión y los medios de comunicación han sido efectivamente silenciados y más de 120 periodistas han sido arrestados. Justo esta semana, el 5 de diciembre, al menos cinco personas en la ciudad más grande del país, Yangon, fueron asesinadas por protestar contra las acciones de las juntas. Las atrocidades contra los rohingya continúan.
Sin embargo, como hemos visto desde el 1 de febrero, estas tragedias no impedirán que estos jóvenes activistas sigan defendiendo la democracia y el retorno pacífico al poder.
Así que Aung San Suu Kyi debería importarnos, porque les da esperanza a estos activistas.
Las naciones democráticas deben continuar manteniendo a Myanmar al frente de los asuntos exteriores. Las organizaciones de la sociedad civil deben continuar reuniéndose y presentando a jóvenes activistas de Myanmar. Estos jóvenes son verdaderos héroes de la democracia hoy, y debemos tomarnos el tiempo para escucharlos.
La transición democrática de Myanmar ha sido progresiva, aunque no perfecta, durante la última década. Hoy, el futuro del país sigue siendo incierto.
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Pero la visión de Aung San Suu Ky de un Myanmar democrático todavía guía e inspira los corazones de los manifestantes pacíficos en las calles de hoy. Confío en que la juventud de Myanmar pueda salir de este período de lucha más compasiva y lista para la democracia que nunca.
Seguirán defendiendo con fuerza la democracia, pero no pueden hacerlo solos. Necesitan nuestra ayuda. Así que no debemos olvidarnos de Myanmar o Aung San Suu Kyi.