El desafío de Japón en la era de la rivalidad de China-Estados Unidos

Uno de los cálculos estratégicos básicos de Japón ha sido aprovechar el crecimiento económico de China mientras mantiene su dependencia de Estados Unidos para su seguridad nacional. Sin embargo, esta ambición se ve amenazada por la continua rivalidad entre EE. UU. y China, una situación que parece convertirse en el nuevo statu quo. En este contexto, Tokio parece mal equipado para abordar los desafíos externos emergentes y adaptarse a este cambio en el entorno geopolítico, particularmente en lo que respecta a su capacidad para sintetizar sus objetivos económicos y de seguridad nacional.

Las dificultades que Japón debe enfrentar para avanzar están claramente ilustradas por los problemas que han surgido en torno a las recientes enmiendas a la Ley de Comercio Exterior y Divisas de Japón (FEFTA). En noviembre de 2019, se revisó la ley y la versión modificada se promulgó en junio del año siguiente. El nuevo FEFTA estipula que los inversores extranjeros deben obtener la aprobación del gobierno japonés para adquirir una participación del 1 por ciento o más de una entidad específica. Esta es una reducción dramática del umbral anterior del 10 por ciento y tiene como objetivo hacer que el procedimiento de selección de inversión extranjera de Japón sea más exigente y lo acerque más al de otras naciones como Estados Unidos. Este cambio legislativo puede interpretarse como un movimiento importante de Japón para evitar convertirse en un toque blando entre sus aliados frente a China.

Sin embargo, los acontecimientos recientes han puesto de manifiesto ciertas deficiencias en el acto. A principios de 2021, Rakuten, una empresa japonesa que opera en numerosas industrias como el comercio electrónico, los servicios financieros y las telecomunicaciones móviles, reveló que una subsidiaria del gigante tecnológico chino Tencent adquiriría una participación del 3,65 por ciento de la empresa. Esta adquisición se llevó a cabo sin que la subsidiaria china buscara la aprobación del gobierno para adquirir más del 1 por ciento de participación, a pesar de que Rakuten es una entidad específica bajo FEFTA. ¿Cómo se les permitió eludir la legislación enmendada? Según se informa, reclamaron una exención disponible para los inversores extranjeros que no tienen la intención de participar en la gestión de la empresa en la que están adquiriendo una participación. Sin embargo, la forma en que utilizaron la exención claramente no estaba en el espíritu de la ley enmendada. La inversión china en Rakuten, una entidad específica y parte de la red de infraestructura fundamental de Japón, es precisamente el tipo de inversión al que apuntan las enmiendas. De hecho, los informes sugieren que las autoridades estadounidenses ya han expresado su preocupación por la adquisición y, junto con las autoridades japonesas, han anunciado su intención de monitorear la situación.

Las deficiencias del FEFTA enmendado, específicamente su enfoque en la seguridad nacional, se destacan aún más por las acciones recientes de Toshiba, una empresa japonesa líder en electrónica. Toshiba ha sido acusada de utilizar la ley para manipular los mecanismos de gobierno corporativo. Un informe afirmó que durante su reunión de accionistas de julio de 2020, Toshiba una vez trató de rechazar las propuestas de los accionistas presentadas por inversionistas activistas extranjeros con el argumento de que no había consideraciones de seguridad nacional en juego. Más preocupante aún, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón (METI) se involucró y presionó a los inversionistas extranjeros según el informe. Una investigación realizada por abogados que concluyó en junio de 2021 encontró que las propuestas no involucraban ninguna consideración relevante de seguridad nacional, pero la participación del METI no estaba en línea con la intención del FEFTA. Este episodio plantea dudas sobre la validez de las enmiendas del FEFTA dado su enfoque en la regulación de la inversión extranjera exclusivamente en relación con las preocupaciones de seguridad nacional. Los intentos de Japón por mejorar el gobierno corporativo y la transparencia sin duda se han visto perjudicados por este episodio y el descubrimiento de que la dirección de Toshiba y METI intentaron explotar el FEFTA para rechazar propuestas no deseadas de los accionistas.

Como se puede ver en los ejemplos anteriores, Tokio todavía está luchando por alinear sus direcciones de política económica y de seguridad nacional. Ciertos temas de seguridad nacional no se han integrado con éxito en la política económica del país, dejando a Japón varios pasos por detrás de sus aliados y socios. Se puede argumentar que estos dos dominios no solo están desalineados sino que han entrado en conflicto, y la seguridad nacional se utiliza para socavar el gobierno corporativo, dañando la reputación de Japón en el escenario internacional. Esto no solo tiene el potencial de poner en peligro la seguridad nacional de Japón, sino que también puede contaminar el mercado del país y desalentar la inversión extranjera.

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Si bien puede ser tentador culpar de estos problemas a las enmiendas del FEFTA, los problemas que enfrenta Japón son más fundamentales. Japón actualmente no tiene una estrategia para integrar sus preocupaciones económicas y de seguridad nacional y el gobierno carece de la estructura operativa para ejecutar dicha estrategia, incluso si existiera. Los formuladores de políticas económicas y de seguridad trabajan de forma aislada en sus distintas esferas, y solo realizan esfuerzos superficiales para unir estas dos áreas. Así, para avanzar, es necesario demoler el faccionalismo de la burocracia obsoleta. Esto debe lograrse no simplemente cambiando la estructura de los nombramientos burocráticos del personal, sino también atrayendo talento del sector privado al público. De esta manera, el gobierno albergará una variedad de puntos de vista y opiniones que pueden informar un enfoque unificado de la seguridad y la economía nacional.

Japón se encuentra en una encrucijada y la inacción no es una opción. En la era de la rivalidad entre China y Estados Unidos, Japón debe aprender a adaptarse a un panorama geopolítico en constante cambio o corre el riesgo de quedarse atrás.